13 febrero, 2012

Entre el amor y la derrota


Una semana sin ver a Jessica se me hizo eterna. Eternidad en la cual mi tobillo se recuperó al 100 por ciento. Podre jugar la semifinal con mi equipo contra el equipo de Jessica. Hoy me desperté con la incertidumbre de que le voy a decir cuando la vea. Llegó la hora del entrenamiento final. Ella estaba ahí sentada platicando con su mejor amiga. Yo estaba entrenando.  Al terminar el entrenamiento fui a saludarla, pero no sabía cómo,  así que decidí por decirle “hola como has estado”.  Ella afectuosamente me abrazo y me dijo “hola te extrañé mucho”.  Ese instante fue especial para mí.
De regreso a mi casa sentí que alguien me seguía, era el ex novio de Jessica. Me alcanzó y me reclamó del porque estaba yo hablando tanto con ella. Lo ignoré. Seguí caminando hacia mi casa. Al estar a escasas 3 casas se detuvieron frente a mí. Él es un chavo fuerte, alto –más que yo-, y practica box. Al ser yo más inteligente. Lo esquive y seguí mi camino. Siendo sincero en lo más profundo de mi ser quería darle una paliza. Pero yo soy una persona muy tranquila.
Más tarde, para fortuna  mía. Jessica me habló para decirme que si nos podíamos ver en el parque que está enfrente de su casa. Respondí que si –como a todo lo que ella me pidiera- para después pensar acerca de ello. Es un amor prohibido el que yo quiero tener con Jessica. Es algo que me excitaba más. Había muchos obstáculos de por medio: su ex novio, era capitana del otro equipo, mi equipo no estaba de acuerdo con esta relación, su entrenador también se oponía nuestra relación.
Esa tarde fue especial. Estuvimos sentados por hora. Platicando sobre temas que no conocíamos y que nos hacían reír. Comiendo un helado de chocolate, el ambiente se puso romántico y un poco nostálgico. La conversación empezó a subir de tono. En un momento quise decirle si quería ser mi novia pero no me atrevía. Sabía que si me decía que si no duraríamos mucho siendo felices. Puesto que la semifinal era contra su equipo. El heho de ganarles o que nos ganaran seria motivo de burla para uno y enojo para otro.
El partido comenzó, mi equipo estaba ganando. Los animos se calentaban. Al final en el ultimo y descisivo punto ví un ligero hueco en la cancha contraria, vi a Jessica y con una mirada de arrepentimiento clave el balon. Ella en ese momento se retiro del lugar. Yo no sabia si festejar o llorar, ya que por una parte me senti muy feliz por haber pasado a la final y por otra triste ya que pude haber perdido el amor de mi vida.                  

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