12 febrero, 2012

Mi recuperación ha sido tan rápida que los doctores no lo podían creer. Mi dedicación rindió frutos para que no pasara mucho tiempo sin dejar de jugar. Yo iba a los partidos aunque no fuera a jugar pero era un buen motivo para hablar con Jessica. No podía olvidar el pequeño pero hermoso momento que platicamos. Los partidos pasaban y mi equipo no perdía uno. Se acercaban las finales. Mis ansias de recuperarme al 100 por ciento eran grandes. Yo quería jugar contra el equipo varonil en el que jugaba Jessica.


Este sábado ocurrió algo extraño ya que los últimos de la tabla- los que peor juegan- ganaron al equipo de Jessica que en esta jornada eran el primer lugar. Esto frustró a la niña de mis sueños. Era la oportunidad perfecta para poder establecer una conversación con ella. Me decidí a hacerlo. Lo primero que pensé en decirle fue “me gustas mucho quieres ser mi novia” pero sabía que no era el momento más adecuado. Cuando salió del vestidor estaba triste y enojada. Me acorde de que a ella no le gusta que le tengan lastima, o disfrazarlo con compasión. El empezar a hablar yo me comporte un poco cortante. Ella quedo intrigada por mi actitud. Me pidió mi número telefónico. Yo estaba tan nervioso que lo olvide, pero ella me dio el suyo. Se despidió con un llámame. La esperanza tenia cada vez más sentido.

Aún era temprano cuando le llamé. Aproximadamente eran las 3 de la tarde. Quedamos de acuerdo en vernos más tarde. Yo llegue puntual a la cita, pero ella se retrasó por casi media hora. Al llegar ella note una lágrima en sus ojos. Sin preguntarle la abrasé. Ella me relató lo que sucedía. Su situación era difícil, había terminado su relación con su novio después de 6 años de estar juntos. Sabía que esa era mi oportunidad de enamorarla, pero sin convertirme en su mejor amigo. Ese día la pasamos increíble. Nos divertimos como niños en la feria. Al anochecer me pidió que la llevara a su casa, que por cierto quedaba lejos.

Al llegar, no había alguien en su casa. Creo que un pensamiento nos unió. Era el de entrar a la casa y compartir la noche juntos, aunque los motivos eran diferentes. El mío era compartir ese ritual de amor con ella y el suyo era vengarse de su novio. Yo como todo caballero dejé que entrara a su casa. Ella salió y cual adolescentes de 15 años me beso apasionadamente. Al terminar sin decir alguna palabra se metió a su casa y cerro.

Es una gran luz para mí.

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