19 marzo, 2012

Fiesta porril




Tengo la sensación de que no he hecho nada  bueno en mi vida. Daniel se ha ido sin decirnos adónde. Bogdan ha caído en una depresión porque es estéril y su novia lo ha dejado. Javier Hugo sigue viviendo conmigo. Las pastillas que tomo me han transformado en alguien que no soy. Mildred sigue viviendo con su familia. La idea de suicidarme es cada vez más recurrente.

Mi vida desde los 15 años ha estado rodeada por vicios, malas compañías y fiestas. Lo único que me reconforta es el trabajo que he mantenido. Mi jefe tiene ideas muy extravagantes sobre los lugares a los que debo acudir. El último lugar al que fuimos fue una fiesta porril.

Era muy emocionante para mí ir a esa fiesta. Cuando estudié la prepa me juntaba con los porros de mi escuela. El ambiente era muy agradable. La fiesta a la que asistí era el aniversario de mi exescuela. La cita fue el 16, pero el aniversario sería el 18, bajo del puente a las trres de la tarde. Llegué puntual a la base  -así se le conoce al lugar donde se juntan- y ahí ya estaban reunidos aproximadamente 200 chavos. Algunos portaban playeras de su plantel. Había integrantes de diferentes escuelas.

Nos transportamos en camiones. Los cánticos y porras se gritaban hasta donde diera la garganta. Al llegar a la fiesta todos nos recibieron con chiflidos y aplausos. La fiesta me daba la sensación de que pertenecía a la vocacional. Al caer la noche escuchamos una explosión. Unos cuantos, entre esos yo, salimos, a ver que estaba pasando. Era el CCH plantel Vallejo que venía a arruinarnos la fiesta. Salimos a hacerles frente. Nosotros éramos más pero la mayoría salió corriendo espantada.

Mantuvimos una fuerte pelea. Llegó  la policía con órdenes de subir a todos los que estuviéramos ahí. A mí me subieron a una patrulla con dos compañeros. Nos llevaron a los separos, de donde escribo. Espero no estar mucho tiempo aquí hasta que llegue el dirigente de la banda con la que fui para que con sus influencias me saque de aquí.

Saliendo de aquí, me iré a vivir a la provincia donde espero reconstruir mi vida y ser una persona de bien.  

Sin escape

Después de 3 meses de soportarnos, los vecinos nos han acusado con la dueña del edificio en donde rentamos. Por supuesto, nos corrieron. Buscamos departamento entre Javier Hugo, Bogdan y yo. Una llamada de Mauricio nos hizo recobrar la esperanza. Mauricio es un amigo que conocimos en un rave, él siempre está drogado. Para el los ácidos y los hongos alucinógenos son su comida diaria. En la llamada nos dijo que tenía un cuarto disponible en el edificio de su padre. Fuimos a ver como estaba el departamento en cuanto en espacio y privacidad. Al llegar era un departamento con 2 cuartos, cocina y baño. El problema era que necesitábamos un cuarto para poner nuestras cosas y otro para dormir. Éramos tres, Bogdan había tenido problemas con Javier Hugo y no quería compartir departamento, y menos cuarto con Javier Hugo. Decidimos hacer una competencia. El que contuviera más tiempo la cordura comiendo hongos alucinógenos se quedaría en el departamento. Como iba pasando el tiempo reíamos y recordábamos anécdotas que vivimos juntos. En el punto máximo del viaje Mauricio dijo que nos quedáramos los 3 y que la renta sería muy poca, y uno solamente por el talache en el cuarto del Mau se podía quedar.
Decidimos que nos quedaríamos los tres, no sin antes obligar a Bogdan y Javier Hugo a arreglar sus diferencias. Ellos aceptaron sin oposición alguna. De repente en la noche nos llegó la llamada de una amiga de Mildred y con gran urgencia nos pidió ayuda. Al llegar, vimos a Mildred tirada en el suelo, inconsciente y llena de vomito. Llevándola en la madrugada al hospital nos dijeron que había ingerido pastillas pero que no sabían cuales, que si nosotros podíamos ayudarlos a conocer que había tomado sería más pronta se valoración y tratamiento. Alguna vez Mildred fue a mi casa. En esa fiesta tomamos todo lo que pudimos. En mi cuarto yo tenía pastillas psiquiátricas, que ayudaban a llegar a un nivel de concentración extrema, pero al otro día ya no había ni una de ellas. Supongo que ella las tomó. Para después ingerirlas en una dosis mayor a la recomendada. La dieron de alta este mismo día con la recomendación de que se mantuviera alejada del ambiente en el cual se había envuelto los últimos meses. Eso nos incluía a nosotros. Ella decidió irse a Pachuca con su familia.
Al terminar este día acostado en mi cama recuerdo todos los momentos felices que viví junto a Mildred. Las fiestas a las que he acudido con Bogdan, Daniel y Javier Hugo. Creo que son los amigos con los que ahora cuento y con los que siempre he contado. Ahora solo queda escribir acerca de la fiesta a la que fuimos el viernes.